sábado, 30 de enero de 2010

Educar para la No Violencia


Desde hace tiempo he tenido la oportunidad de leer muchos artículos y libros acerca de una educación para la Paz, o también conocida como educación para la No Violencia. Probablemente suene a lo mismo, pero tiene su sutil diferencia. La Paz en sí es un valor, es un estado (cuando se alcanza), en cambio la No Violencia es una opción, es una acción, algo que podemos elegir, enseñar y hacer concretamente para favorecer la Paz.

Hay muchas cosas que podemos trabajar con nuestros hijos para desarrollar esta capacidad de optar por la No agresión.

Creo que lo primero que debemos educar en nuestros niños, es el Respeto hacia el otro y el lugar en el que habita. Explicitar un reconocimiento hacia los demás en su calidad de “seres humanos”, quienes poseen nuestros mismos sentimientos y que al igual que nosotros guardan profundos deseos de amor y de paz; aunque las ideas, las situaciones de vida y la forma en que compartimos nuestra existencia sea distinta. Esto como idea primordial, sin esto, todo lo demás pierde sentido.

Luego y desde una visión más práctica, lo que debemos desarrollar en nuestro niños desde que son bebés, es la capacidad de espera, de Autocontrol, no sólo físico sino también emocional, y de mantener un buen ánimo.

No parece fácil porque en general no lo es. La clave para desarrollar todas estas capacidades, según mi humilde opinión, es el desarrollo temprano de la confianza. Cuando existe este sentimiento somos capaces de esperar, ¿Por qué no deberíamos hacerlo?

De aquí desprendo dos consejos: nunca prometer algo que no vamos a cumplir, y no hacer esperar a un niño más de lo que sea necesario. Es preferible decir de inmediato cuando algo va a ser imposible de dar y no crear falsas expectativas, eso sólo puede terminar en minar la confianza de un niño.

Hay niños que han sido constantemente defraudados por las personas que los rodean, a los que quieren y que dicen quererlos, los que por este motivo se sienten violentados y frustrados, así se hacen incapaces de esperar y de mantener una postura de autocontrol.

Quiero reforzar que la idea no es darle todo lo que quieren. Sólo es que si la respuesta a una petición es negativa, es mejor acelerar esa respuesta lo antes posible. Así pueden esperar además con el ánimo en alto. ¿Por qué habrían de estar esperando enfurruñados, descargando su rabia con todo lo que les rodea?

Y así se desarrolla la cadena. Un niño sin confianza es un niño por un lado rabioso y por el otro, inseguro. La inseguridad nos genera miedos y los miedos nos llevan al “lado oscuro”, más rabia, más agresión y más violencia, hacia sí mismos y hacia los demás.

Dentro de esta idea, también es importante transmitirles a nuestros pequeños que el dueño del cuerpo es uno mismo. A modo de ejemplo, es bueno dejarles claro que el puño no se manda solo, la patada no se maneja sola, la pistola no se dispara por sí misma.

Otra capacidad importante de desarrollar en nuestros pequeños para evitar la agresividad, es la de conectarse con sus emociones y sus sentimientos, y poder transmitir éstos, comunicarlos de manera tranquila y no exigente; es decir, Expresión emocional.

Voy a detenerme dos segundos en una idea anexa: Lo que deseamos evitar es la agresión, no la rabia. La rabia es una emoción propia y necesaria al desarrollo humano, sólo que debe ser bien canalizada, pues puede ser la energía, la fuerza que nos saque de un problema, de un estado insatisfactorio, y nos acerque a lograr y realizar nuestras necesidades.

Hay muchos textos que nos ayudan en el tema de la expresión emocional y cómo enseñar y desarrollarla en nuestros hijos. Son vitales y por lo mismo los animo a buscar esta importante información. Por mi parte espero tocar este tema en profundidad alguna vez en el blog.

Lo que les puedo adelantar ahora, es que un niño que sabe lo que quiere, y sabe cómo pedirlo no necesita ser agresivo para conseguirlo. Un niño con un gran vocabulario emocional, le permite llegar a los corazones de los que están para entenderlo y ayudarlo; con mucha más facilidad, que un niño que es como un “mudo emocional”, esos que nos hacen sentir que “no saben lo que quieren”, lo saben, pero no cómo pedirlo.

Otra tarea importante de realizar con los niños para educarlos en la No Violencia, es la de desarrollar en ellos la Empatía. Un niño que es capaz de ponerse en el lugar de otros, va a ser capaz de anticipar la respuesta del otro ante una agresión, verbal o física, pues va a ser capaz de entender qué es lo que puede llegar a sentir ese otro.

Otro aspecto no tan mencionado pero importante en la educación para la No Violencia, es el desarrollar en los niños un sentimiento de Gratitud hacia la vida. Pareciera ser que el ser ambicioso es el “valor” de moda, y todo aquel que se muestre contento con lo que tiene y ha logrado, es un mediocre.

Muchas veces, sin querer, orientamos a nuestros pequeños a mirar a los demás para motivarlos, a desear lo que tienen sus amigos, las notas, etc. Esto estaría bien, siempre y cuando no olvidemos que lo que deseamos es generar un deseo sano de competencia, de querer ser más porque ellos pueden lograrlo con su esfuerzo, de lo contrario, sólo sería fomentar en ellos la envidia y el odio.

Por último, otro factor importante a desarrollar en los niños para enseñarles a controlar su agresividad, y hacerlos aptos para actitudes y acciones No violentas, es desarrollar en ellos un gran sentido del Humor.

Un niño capaz de reírse ante las situaciones difíciles, será capaz también de no enojarse tanto, sabrá medir su rabia ante las situaciones de la vida cuando aquellos que lo rodeen lo molesten, lo ofendan y le provoquen.

Probablemente quedan otros elementos importantes de presentar, pero preferí sintetizarlos en estos 5 puntos: autocontrol, expresión emocional, empatía, gratitud y sentido del humor; y como primordial el respeto hacia los otros, sólo por su calidad de “ser humano”, y respetar también el ambiente en el que éste se desarrolla.

Para terminar, me gustaría decirles que si queremos un mundo mejor, para nosotros y para nuestros niños, trabajemos estos aspectos, en ellos y en nosotros mismos; tal vez así logremos mejorar aunque sea en un granito de arena este mundo tan agresivo en el que actualmente vivimos.

Para compartir: Si yo supiera hacer magia


Este es un poema para niños, que va en el mismo sentido de promover una educación para la No Violencia. Es de Viviana Lasover, quien participa constantemente con sus poemas en revistas de educación preescolar.

Si yo supiera hacer magia,

Uno, dos y tres,

Las peleas y las guerras

Haría desaparecer.

Niños y niñas podrían

Estudiar y aprender,

Con amigos jugarían,

Felices podrían crecer.

Todos conversarían

Con respeto y con paciencia;

Unidos trabajarían

Por una mejor convivencia.

Alumnos y maestras

Construirían la paz,

No existiría el colegio

Con violencia o desigualdad.

Si yo supiera hacer magia,

Uno, dos y tres,

Muchas cosas buenas

Podrían suceder.



Viviana Lasover







Para compartir: Que se callen los cañones




En este 30 de Enero, día Mundial de la Paz, en recuerdo del día del asesinato de Mahatma Gandhi, quisiera compartir con ustedes este poema de Lupércio Mundim, que encontré por ahí en la red y hace un llamado a la No Violencia.


Que se callen los cañones,

que dispensen los soldados,

porque las batallas son ilusiones

que sólo producen derrotados.


Que la paz siempre predomine

sobre la guerra y la violencia,

que el hombre nunca olvide

donde lleva su impertinencia.


Que los niños puedan jugar

con sus alegrías en sintonía,

que los adultos puedan brindar

a un futuro pleno de armonía.


Que las armas sean destruidas

porque sólo causan muerte y sufrimiento,

que nuevas alianzas sean tejidas

porque de la extinción no hay arrepentimiento.


Lupércio Mundim




viernes, 29 de enero de 2010

La tan famosa RESILIENCIA


Muchas veces la fama es efímera y no tan bien merecida. Sin embargo en relación al tema de moda, que es la Resiliencia, espero que no por su fama vaya a ser mal considerada y que podamos seguir profundizando en esta idea, en este interesante concepto, que puede ser clave en el desarrollo de nuestras futuras generaciones.

¿Qué es la Resiliencia?

“[…] se la entiende como la capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y ser transformado positivamente por ellas” (Edith Grotberg, 1998)

El que se sumerge comprensivamente en este concepto, es capaz de observar todas sus positivas implicancias. De él se desprende una idea en la que he creído profundamente por largos años, que es: “que lo que no te mata te hace más fuerte”.

En una sociedad en la que el hedonismo gobierna nuestras vidas, en que la búsqueda del placer, disfrazado de comodidades, falta de compromiso y tentados por las oportunidades del camino fácil, es la motivación principal como meta en la vida, el entender que el dolor, el fracaso y las dificultades son esenciales para un crecimiento, un verdadero crecimiento, puede parecer poco inteligente, propio de los masoquistas y muy poco saludable.

Pero es bueno entender que la vida esta llena de pruebas y dificultades que debemos ir superando y que así vamos tejiendo ese hilo que llamamos desarrollo.

El acompañar a nuestros hijos en este camino, que implica estar ahí para ayudarle a pararse y para limpiar las heridas, pero no para apartar las piedras, es saber reconocer la importancia de las caídas y de los golpes.

La resiliencia nos permite no temer al trauma. Sentir la seguridad de que estamos capacitados para salir adelante, por más terrible que sea la caída, por más fuerte que sea el golpe, por más profunda que sea la herida; podemos superar ese trauma, y no sólo eso, podemos salir aún mejor, podemos cambiar positivamente nuestro ser.

Muchas veces me ha tocado toparme con personas inmaduras, imposibilitadas de ponerse en el lugar de otros, y capaces de hacer cualquier cosa para obtener lo que desean. La mentira, el descaro y la desconsideración son válidas, cual Maquiavelo, para alcanzar un fin, y uno se pregunta ¿Qué pasó en el desarrollo de estos seres humanos que los hizo ser así?

Y como respuesta a esta interrogante, encontramos unos padres amorosos, gentiles y serviciales, incapaces de producir "un trauma" en esas tiernas criaturas que llaman sus hijos, “No le grite, no lo vaya a traumar”, “No le diga que no”. ¡Que horror!

El decir No, muchas veces es un gran acto de amor…
“No mientas”… “No robes”… “No consumas drogas” y tantos otros No…

La mejor manera de entender el dolor de los otros, es experimentándolo primero en nosotros mismos. La mejor manera de aprender a respetar a otros, es cuando experimentamos en nosotros mismos el que se nos pase a llevar. Estas tristes experiencias son sin duda las que nos ayudan a madurar, a crecer; entre tantas otras.

Ahora el concepto de Resiliencia va mucho más allá.

Nos habla de nuestra capacidad de experimentar traumas y adversidades mucho más fuertes. Nos da la esperanza en hechos que nos parecerían imposibles de sobrellevar. Nos explica como somos capaces de soportar y salir adelante después de los horrores de una guerra, de un abandono extremo, entre muchas otras experiencias límite.

En fin, es de aquellos elementos con los que contamos los seres humanos, que no podemos más que dar gracias a Dios por contar con ellos.

La Resiliencia como tal, como capacidad humana, ha existido siempre. Sólo que ahora está en observación bajo la lupa, buscando sus implicancias teóricas y prácticas. Espero que su estudio y su observación, nos permitan mejorar nuestra labor como padres y/o educadores, y no se quede como otro tema más de moda, como lo fueron en su momento la autoestima y la estimulación temprana.







viernes, 15 de enero de 2010

El amor más grande




Impactada por la tragedia recién ocurrida en Haití, pensé que después de todo el espanto que veía por televisión y que me llenaba los ojos de lágrimas, nada me podía impactar más que esa imagen de muerte y desesperación. Pero acabo de ser remecida hasta lo más profundo de mi alma, tanto que he tenido que escribir… para sacar de mi interior este sentimiento que me ahoga…

Dentro de toda la tragedia, los rescatistas buscan sobrevivientes para encontrar vida en ese entorno oscuro donde parece ganar y reinar la muerte.

Y de pronto, en lo más espantoso del horror, un milagro… rescatan a un niño, un niño pequeño… que sobrevivió por el amor más grande. Lo rescataron atrapado entre los cuerpos de sus padres, quienes lo protegieron así de ese mundo que se les venía encima… cuidando su más grande tesoro, entregaron sus vidas…

Me cuesta pensar, me cuesta atrapar las lágrimas en mis ojos, pero necesito seguir escribiendo … porque este sacrificio merece un homenaje, merece que alguien hable de este amor… que uno recibe de regalo justo en el momento en que ponen esa criatura, que sin duda es la más bella del mundo, en nuestros brazos… y al que nos dicen es nuestro hijo…

El día en que me convertí en madre lo supe… no hay amor más grande. Uno ama a sus padres, a su pareja, a sus amigos… pero no se compara con ese amor que siente por sus hijos… y no importa si es uno o si son diez, ese amor sabe multiplicarse, jamás se divide.

Recuerdo mi preocupación cuando iba a nacer mi segundo hijo, de si iba a ser capaz de quererlo tanto como al primero… lo que me parecía imposible… y recuerdo como si fuera ayer… como se llenó mi corazón cuando escuché ese primer llanto, que me permitió entender que ese “imposible” era una realidad, más que eso, una verdad.

La abuela de mi marido bromeaba siempre en relación a este mismo tema. En esa época aún no llegaban los niños, pero ella me animaba a ser madre, diciéndome que el amor hacia un hijo era el sentimiento de amor más fuerte que podíamos sentir… porque, como ella decía…”si tu marido necesita un ojo, lo piensas… y te conformas diciendo que con un ojo igual ve bastante bien, … pero que si es un hijo el que necesita ese ojo… uno es capaz de entregar los dos”… y tal como ella me lo había dicho, así lo sentí… y lo siento.

Creo que por eso estoy tan impactada… porque no sólo uno es capaz de darle los ojos, los riñones, el corazón… una es capaz de dar la propia vida…

El amor a los hijos es instintivo, es sin condiciones y es permanente. Esto lo he comprobado ya que desde que nacieron mis hijos, lo primero que pienso al despertarme es en ellos (más, cuando es alguno de ellos el que me despierta que es bastante a menudo).

Recuerdo que uno de los peores momentos como madre, fue cuando se me perdió uno de mis niños por uno o dos minutos, que para mí fueron eternos. Esa sensación de pérdida me hizo sentir que me iba a volver loca. Nadie podría imaginar, si es que no lo ha vivido, la cantidad de ideas que se cruzaron por mi cabeza, ni la cantidad de emociones que golpearon mi cuerpo… quería correr pero no sabía a dónde… por lo que quedé paralizada… hasta que lo encontramos y me volví a sentir completa.

Otro momento duro de mi vida como mamá, fue cuando debí dejar a mi hija entrar a un pabellón. Soltarla para que se la llevaran los camilleros, con sólo un añito y medio de edad, para una operación que aunque estaba absolutamente planificada, estudiados todos los pro y los contra, con un muy bajo riesgo, de esas operaciones que llaman de rutina, para mi no tenía nada de rutinario… La hora que esperamos el resultado… fue otra eternidad… por eso que uno debe sentir que estas experiencias te ponen vieja.

Obviamente, cada vez que he sentido a alguno de mis hijos en riesgo, he experimentado esa angustia vital, esa dificultad para tragar, para respirar… esa sensación de que se detiene el reloj, se paraliza el tiempo… y que preferiría mil veces ser yo y no él…

Sigo muy afectada por las noticias, y pienso en aquellos casos que probablemente se están viviendo en este momento en aquel golpeado país, y en el mundo. Pienso en los padres que ahora están llorando la muerte de sus hijos y en aquellos hijos que deben estar llorando la muerte de sus padres.

Para terminar quería compartir un diálogo que tenemos casi a diario con uno de mis hijos. Él me dice:”mamá te amo” y yo le digo: “yo también te amo”, a lo que el contesta: “pero yo te amo más”, y yo le respondo: “imposible, yo soy la madre, así que yo te amo más”… y a veces cuando mi marido nos escucha, agrega… “es cierto, tu mamá te ama más, las mamás siempre nos quieren más”.