miércoles, 29 de junio de 2011

Para Compartir: "Los Hijos", del libro "El Profeta" de Gibrán Khalil Gibrán.

Los Hijos

Y una mujer que sostenía un niño contra su seno pidió: Háblanos de los hijos.
Y él dijo:

Vuestros hijos no son hijos vuestros.
Son los hijos y las hijas de la Vida, deseosa de sí misma. Vienen a través vuestro, pero no vienen de vosotros.
Y, aunque están con vosotros, no os pertenecen.
Podéis darles vuestro amor, pero no vuestros pensamientos.
Porque ellos tienen sus propios pensamientos.
Podéis albergar sus cuerpos, pero no sus almas.
Porque sus almas habitan en la casa del mañana que vosotros no podéis visitar, ni siquiera en
sueños.
Podéis esforzaros en ser como ellos, pero no busquéis el hacerlos como vosotros.
Porque la vida no retrocede ni se entretiene con el ayer.
Vosotros sois el arco desde el que vuestros hijos, como flechas vivientes, son impulsados hacia delante.
El Arquero ve el blanco en la senda del infinito y os doblega con Su poder para que Su flecha vaya veloz y lejana.
Dejad, alegremente, que la mano del Arquero os doblegue.
Porque, así como El ama la flecha que vuela, así ama también el arco, que es estable.




martes, 28 de junio de 2011

La más triste de las noticias

Hace algunos días escribí acerca de lo difícil que es aceptar la enfermedad de nuestros niños. En mi mente estaba la preocupación por una pequeña a la que se le había diagnosticado Leucemia.

Hoy, lloré ante la noticia de que esta enfermedad, con toda la violencia con la que se ensañó contra una niña, le arrebató su último suspiro, y le ganó la última batalla.

Mi Fé me permite entender su muerte como una transformación, imaginarla como el ángel que desde el cielo acompañará a su familia, entregando luz como acá en la tierra repartía sonrisas.

Sin embargo, mi pena está con su madre. Porque no soy capaz de imaginar ese dolor y estoy segura de que es imposible llenar ese vacío. Ese espacio en que ella, su niña, su pequeña ya no está en este mundo.

¿Qué me enseña esta situación de vida? ¿Qué puedo aprender de esta dura realidad, que no es propia pero que me ha tocado conocer de cerca?... me enseña mucho.

Ya me lo han dicho muchas veces, los hijos no son nuestros, son prestados. Ellos no vivirán nuestras vidas, vivirán las suyas propias. Ellos escribirán sus propias historias, aunque sean cortas. Nuestra misión es que desarrollen sus propias alas y aprendan a volar, aunque su rumbo sea hacia el cielo.

Mis hijos son pequeños, y aunque sé todo esto, me da mucho miedo de perderlos. Me aferro a ellos como si aún estuvieran atados a mí por el cordón umbilical, aunque lo cortaron hace tiempo, al menos físicamente. Hoy, los abracé con más fuerza, mucha más fuerza. No creo que hayan entendido por qué.

Por último, cuando me pregunto que pasaría si un ángel me previniera que voy a perder a un hijo y me ofreciera la posibilidad de olvidarlo, de sólo llevárselo y evitarme el sufrimiento de su recuerdo; me opondría terminantemente a negar un sólo segundo de su existencia.

Es terriblemente doloroso perder un padre. Lo sé y he dedicado varias líneas a compartir esa experiencia en este blog. Pero perder a un hijo debe ser un sentimiento desgarrador, que atenta contra las entrañas de una madre, arrebatando el tesoro concebido, la vida.

Es triste tener que compartir estas ideas, pero el poder hacerlo me ayuda... a trabajar la pena, a elaborar un duelo que esta vez, gracias a Dios es prestado.