martes, 16 de marzo de 2010

Después del Terremoto ¿Qué podemos hacer?

Han pasado más de dos semanas, y aún no podemos dejar de hablar del terremoto. Está demasiado presente en nuestras vidas, más aún con las tan desagradables réplicas.

Encendemos la televisión, y ahí continúan las noticias de las zonas más afectadas, aunque gracias a Dios con una visión más positiva, ya que el enfoque ahora es mostrar como han ido llegando las ayudas y los aportes para quienes lo perdieron prácticamente todo, incluso su tranquilidad mental.

Lo mejor, es que ya se ha logrado un cierto nivel de normalidad, bastante frágil como lo percibimos el día del masivo “black out”… un apagón que dejó a más de la mitad del país a oscuras!!. Pero bien, al menos se han limpiado las calles, se han quitado los escombros, la gente esta yendo a trabajar, los niños más afortunados están yendo a clases y lo mejor de todo, se ha instaurado el concepto de “Reconstrucción” como propio a la idiosincrasia de todo chileno, porque vamos a ponernos de pie, una vez más.

Lo terrible es que junto a este concepto de reconstrucción, aparecen cifras inconmensurables para nuestros cerebros acostumbrados al manejo de una simple economía familiar. Se habla de miles de millones!! Pero me molesta que el enfoque se concentre principalmente en lo físico: edificios, carreteras, puentes, estadios, hospitales y escuelas.

Ahora debemos reconstruir también vidas, historias familiares, memorias. Lo que será sin duda muy difícil para aquellos que además perdieron sus recuerdos, sus fotos, sus herencias, sus hogares.

Nuestros niños deben ser capaces, a nuestro lado, gracias a nuestro mejor ejemplo, de sentir esta experiencia de vida como un aprendizaje positivo, y valorar la fuerza humana para superar los embates de la naturaleza.

Debemos aprender de lo ocurrido. Qué hacer y que No hacer. A veces esperar a que otros nos den luces, puede dejar nuestra vida definitivamente … apagada. Más iniciativa y más previsión, pudieron salvar sin duda muchas más vidas. Y ahora, no sólo buscar a los culpables, que es necesario para la reparación, para el perdón, sino fundamentalmente aprender cómo se pudo hacer mejor, incluso en nuestras casas.

El compromiso con ayudar a otros, es sin duda terapéutico. Sentir que hacemos algo para paliar el dolor de los más afectados. Incluso estos mismos afectados se sienten mejor cuando se dan cuenta que están trabajando, no sólo para sí sino para otros.

No importa qué, ni cuánto, pero aportemos con lo mejor de nosotros.Dar sentido a la palabra solidaridad  y hacer participar a los niños y a los jóvenes en esto, porque hace crecer el espíritu, nuestro espíritu de país. Ya vimos la peor cara de la desgracia, ahora queremos ver la mejor. Esto es lo que reconstruirá nuestras vidas, no sólo los puentes, no sólo las carreteras; sino el sentir que podemos ponernos de pie… juntos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario