lunes, 23 de noviembre de 2009

A un metro del suelo

Imaginen un mundo donde todo lo que nos rodee esté sobredimensionado, un mundo de gigantes. Piensen en sillas para personas de dos metros o más, las mesas de metro y medio de alto, los muebles en general monumentales. Puertas enormes, con los escalones de las escaleras gigantes, y las ventanas a una altura que para poder ver hacia fuera debemos trepar a alguna cosa, lo que esté a mano…

Bueno, esa es la realidad de un niño o niña de 3 años…

Nunca olvidaré la enorme decepción que viví cuando después de años volví a mi casa de cuando era niña. No podía creer lo chico que era todo, y yo que lo recordaba tan grande. El pasillo que era interminable en mi triciclo, lo podía abarcar en cuatro pasos. El imponente closet donde me escondía, era una pequeña puerta tras la cual sólo había un pequeño espacio de menos de un metro cuadrado, con estantes, dónde difícilmente podría meterme ahora y cerrar la puerta… ¡Qué chica debo haber sido!

De pronto pensé en mis hijos, y me pregunté cómo verán ellos ahora nuestra casa.

Los mayores tienen un camarote. De pronto recordé el que teníamos de pequeñas con mi hermana. Yo dormía arriba y era estar en el cielo… Era nuestro castillo, nuestra casa de dos pisos, nuestro refugio… lo llenábamos de juguetes, poníamos divisiones… y lo veíamos verdaderamente enorme… Este juego tan entretenido aún no se les ocurre a mis hijos… pero no podrían invitarme a jugar… sería como un gigante, un troll en el castillo, el enorme dragón que arrasaría con todo…

También recuerdo que jugábamos debajo de las mesas. Mis hijos hacen lo mismo, y juntan sillas, ponen plumones y cubrecamas por encima, hacen pasadizos secretos y construcciones entretenidas… que lo aprovechen,… porque penosamente ya van a crecer.

Por eso creo que los niños se sienten tan bien en lugares especialmente acondicionados para ellos como los jardines infantiles. Todas las mesas, las sillas, los adornos, espejos, etc… a su altura,… incluso los baños! Como casitas de muñecas. Uno puede reconocer un buen Jardín, cuando todas las cosas, juguetes, materiales, etc, están a mano.

Que impotencia y frustración, cuando sentimos que lo que queremos o necesitamos siempre está fuera de nuestro alcance. Para los niños esta es una sensación constante. Además utilizamos esta ventaja nuestra por sobre ellos, para esconder juguetes, para “castigárselos”, …así no es raro entender que anden buscando siempre cosas para encaramarse.

Y nosotros… ¿Cuántas veces hacemos el esfuerzo por ver qué es lo que está pasando a un metro del suelo? Sin dudar, estamos acostumbrados a dirigirnos a nuestros niños desde las alturas.

¿Se imaginan lo que debe ser recibir retos… y hasta gritos de una persona que posee el doble de nuestro tamaño? Intenten repetir la situación… pidan a alguien que los rete subido en una silla, la sensación es realmente atemorizante.

Por lo mismo, quiero invitarlos a hacer un nuevo juego con sus hijos pequeños. Un juego en el que, o ustedes se agachan para mirarlos directamente a los ojos, o a ellos los suben, a una silla, a una cama, etc. para que queden a la misma altura. Sientan la diferencia del diálogo, vean la sonrisa en las caritas de los niños y niñas, aprecien lo relajado de su cuello al no tener que forzarlo hacia nuestro rostro.

También los invito a ser los gigantes del castillo, los trolls de los pasadizos, y aunque pueda verse afectada nuestra espalda y puedan sufrir nuestras rodillas, las risas y la alegría de este juego, hará que valga la pena… porque podremos ser partícipes de esa entretenida fiesta que ocurre a un metro del suelo.

1 comentario:

  1. Que sensacion ... me volvi a sentir chico, acampando debajo de la mesa del comedor o navegando en la alfombra del living. Recorriendo con esfuerzo la media cuadra hasta el parque en triciclo, o casi ahogandome en la taza del limonero del patio .... la vida puede ser dura a un metro del suelo ...

    ResponderEliminar